Entrevistas

El padre de la Europa Católica

En España el escritor Joaquín Javaloys, economista de Estado, acaba de publicar una documentada y amenísima biografía del primer César Carlos: Carlomagno. El carismático fundador de Europa (Ed. Galland Books).

Cuando le preguntamos qué sentido tiene hablar hoy de alguien  que murió hace doce siglos, la respuesta es clara y doblemente comprometida: "Es importante porque en la desnortada Unión Europea (que no es lo mismo que Europa) de hoy , donde ejercen el poder mediocres burócratas carentes de valores y, a veces, de ideas, hacen falta hombres de Estado como Carlomagno, quien aplicó un dinámico denominador común -el cristianismo- que fue capaz de unir secularmente a todos los pueblos de Europa occidental".

Y personalmente, ¿era un hombre religioso?
- Como ha relatado su cronista Eginhard, mientras su salud se lo permitió, acudía regularmente a la iglesia por la mañana y por la tarde, y también asistía a los oficios nocturnos y a la misa. Se entregó con gran dedicación a socorrer a los pobres y a hacer donaciones desinteresadas, y no solo se preocupó de hacerlo en su patria y en su reino, sino que también solía enviar dinero a las tierras allende el mar: a Siria, Egipto, África, Jerusalén, Alejandría y Cartago, donde sabía que los cristianos vivían en la pobreza, lo que movía su compasión por ellos.

¿Por qué se le considera "padre" de Europa?
- Cathwulf, un monje anglosajón de la abadía de San Denis, en la carta exhortatoria que remitió a Carlomagno en 775, que es una especie de "espejo de principes", lo calificó ya como "soberano de Europa", o sea, soberano de todas las naciones cristianas de la Europa occidental. La expansión del reino de los francos había hecho coincidir prácticamente sus límites con los de la Cristiandad latina, lo que finalmente provocó que la noción geográfica de Europa comenzara a tener un contenido político.

Y ese contenido político, ¿por qué fue cristiano y no otra cosa?
- Su consejero y maestro Alcuin de York le persuadió de que el rey debía instaurar en la naciente Europa la Ciudad de Dios agustiniana, un reino de justicia y de paz que unificara este mundo con el otro, procurando no solo el bienestar de sus habitantes, sino también su salvación eterna, y que sería gobernado por un davídico rey - sacerdote. Carlomagno cimentó la construcción europea en las comunes creencias cristianas, forjando una análoga identidad cultural en las naciones que gobernó. De esta forma, el cristiano rey de los francos, llegó a ser, también, el patriarca de la única Europa posible, la coincidente con la Cristiandad latina.

Así que en los orígenes de Europa está un monje...
- El rey de los francos era consciente de que su familia y su pueblo seguían ignorantes, y su preocupación mayor era que los francos pudieran ser instruidos por buenos maestros que les enseñasen lo necesario para saber dirigir y guiar a las naciones de Europa occidental. Necesitaba encontrar en el extranjero a los mejores maestros y convencerlos de que fuesen a su reino a dirigir la escuela palatina. Le expuso a Adriano I esa necesidad y el Papa le recomendó a Alcuin de York.

¿Quién era?
- Un diácono que se había formado en la famosa escuela episcopal de York con el arzobispo Egbert, que había sido discípulo de Beda el Venerable, y que se había convertido en un erudito y eficiente maestro.

Y Carlomagno le hizo el encargo, y Alcuin aceptó...
- El maestro puso en marcha la escuela palatina, que no tenía una sede fija, pues era itinerante ya que seguía al rey en sus estancias por su diversos palacios. El ignorante rey comenzó un intenso aprendizaje pues su actividad escolar era tan intensa como sus actividades. Alcuin era un excelente pedagogo que sabía enseñarle una forma amena y atractiva, por lo que  toda la familia real asistía gustosamente a las lecciones del maestro.

¿Sólo era para ellos?
- Asistían a ella muchos alumnos, incluso los clérigos adscritos a la capilla real. Cuando llegaron los maestros procedentes de Britania y la escuela se dividió en los siete grados, comenzaron a incorporarse también otros alumnos, porque había bastantes solicitudes de hijos de nobles extranjeros o francos que no eran palatinos, peo que habían pedido al rey que permitiera a sus vástagos ser educados en la corte, que comenzaba a ser un foco irradiador de cultura, además de un centro de poder.

¿Cuándo dejó de ser itinerante este centro de formación?
- La Academia palitina de Aquisgrán comenzó a funcionar a principios del año 795. Sus miembros formaban un círculo intelectual que en sus reuniones, además de hacer juegos literarios, practicaba placenteramente la retórica y la poesía.

Un auténtico foco de cultura...
- La nueva república cristiana de los filósofos. Carlomagno fue el que hizo que se abriera para la historia del espíritu un nuevo capítulo consiguiendo que sabios francos, lombardos, visigodos, anglosajones e irlandeses se acordaran en una obra común: el renacimiento carolingio, que fue tanto una misión política como una misión religiosa.

¿Puede decirse entonces que, si Carlomagno es el "creador" de Europa, Alcuin es su "ideólogo"?
- Carlomagno, gracias a Alcuin, había descubierto su vocación: desde entonces su reinado tenía una metra transcendental, pues el Renacimiento carolingio constituyo el primer intento colectivo emprendido en Europa para remodelar toda una sociedad según un programa o un plan preestablecido. La influencia de Alcuin en Carlomagno aumentaba incesantemente y, cada vez más, el maestro se convertía en un consejero real, que orientaba sabiamente la acción político - religiosa del monarca.

¿Cuáles fueron los pilares de dicho plan?
- En junio de 799 Alcuin de York dirigió a Carlomagno una carta en la que decía: "En este momento la Iglesia de Cristo solo puede contar con vuestra protección; únicamente de vos espera la salud: de vos, vengador de crímenes, guía de los que yerran, consolador de los afligidos, amparo de los buenos". En esa carta Alcuin realizó una admirable codificación del  pensamiento político carolingio. Desde luego, el Imperio cristiano fue un concepto acuñado por los intelectuales carolingios encabezados por Alcuin.

En el libro se ve cómo incluso los Estados Pontificios provienen de Carlomagno...
- En abril de 774, el Papa Adriano I recibió en el Vaticano al rey de los francos y le recordó amablemente la promesa que su padre le hizo a Esteban II en el palacio de Ponthion hacía ya veinte años y seguidamente le preguntó, abiertamente, si él estaba dispuesto a mantener la donación de Pepino el Breve a la Santa Sede. Con el ánimo de complacer al Papa, Carlomagno ratificó la donación de Pepino. Ordenó a su notarios Ithier que sacas una copia del texto de la donación de Pepino que había leído el Papa antes de depositar el original sobre el altar de San Pedro, que iría acompañado de un acta notarial de su ratificación de la donación que, como testigos, también iban a rubricar los obispos, condes y abades que se hallaban presenten.

¿Qué ganó Carlomagno con ello?
- Su título de "patricio de Roma" dejaba de ser algo honorífico y se convertía en una función, ya que le daba potestad indirecta sobre la Ciudad Eterna, porque el rey de los francos quedaba confirmado como protector y brazo armado secular del papado, consolidando así la alianza entre el trono y el altar definitivamente.

¿Y el Papa?
- Iba a ser soberano de los dominios territoriales pontificios y no solamente el jefe espiritual de la Iglesia. Con la ratificación por el rey de los francos de la Donación de Pepino el Breve quedó formalizada la soberanía temporal del Papa sobre los denominados "Estados pontificios".

(Fuente: Rel)


Mártires españoles por la fe, no por la política

Ante la beatificación de 498 mártires del siglo XX en España, el domingo 28 de octubre de 2007 en Roma, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, padre Juan Antonio Martínez Camino, explicó en una entrevista concedida a la agencia Veritas la importancia religiosa de este acontecimiento.

- Se acerca la beatificación de 498 mártires del siglo XX en España ¿cómo se viven estos úl timos días de preparación?
P. Martínez Camino. Faltan cinco días para la ceremonia de beatificación y ya está prácticamente todo encarrilado. Esperamos una asistencia nutrida de fieles de España, y también de Roma e Italia. También van muchas autoridades locales, representantes de la distintas Autonomías, una representación institucional del Gobierno; pero lo más importante es que se trata de una fiesta de la fe.
Una fiesta para recordar a los mártires, a quienes la Iglesia reconoce que han vivido heroicamente su muerte como testigos del Evangelio y de la fidelidad de Jesucristo y a la Iglesia. Esto se está viviendo con mucha alegría en todas las comunidades cristianas de España, donde se está notando un gran interés y entusiasmo por la Beatificación de Roma y por lo que va a venir después; porque a partir de ahora, el Santoral español queda enriquecido con casi 500 nuevos beatos, y esto es un caudal de santidad, de potencia intercesora, de potencia ejemplar, de modelos para vivir la fe, la esperanza y la caridad.


- ¿Qué destacaría de las biografías de los mártires?
- Lo que más llama la atención en la biografía de los mártires es esa mezcla de fortaleza, y al mismo tiempo de humildad con la que los mártires asumieron esta situación trágica de tener que optar entre su vida o su fidelidad a Dios y a la Iglesia, sin echarse atrás (por supuesto en estos mártires, pero tampoco se conocen casos de defecciones).
La fortaleza es lo primero que llama la atención, pero también la humildad, la alegría y la sencillez con que afrontaron esta situación, que era dramática, pero que ellos afrontaron con la alegría de la fe, cantando en los camiones que los llevaban a fusilar, apoyándose con la oración y con las palabras en la cárcel, escribiendo desde la cárcel a sus familiares horas antes de ser asesinados (algunas de estas cartas se van a leer en San Pablo y en San Pedro), dejando sobre todo su testimonio de perdón y de serenidad a sus familiares, en algunos casos a la novia.
Esto llama la atención de ellos, la fortaleza de su fe, la alegría de su esperanza y el calor de la caridad vivida en aquellos momentos, es decir, la vida cristiana vivida en manera plena.
- Tratándose de un acto con tanta fuerza religiosa, ¿qué diría a quiénes hacen una lectura política de la Beatificación?
- No nos extraña que haya lecturas políticas equivocadas, siempre se equivocaron quienes hicieron una lectura puramente política de un hecho netamente religioso. Pero es la ley de la historia. A los mártires de la primera época del Cristianismo, que daban su vida por Cristo, se les clasificaba como traidores a Roma; y a los mártires de la Revolución Francesa se les clasificaba como traidores a la Revolución; y a los mártires del sigo XX en Rusia, centro Europa o España, como gente que dificultaba el avance de la historia.
Esto pertenece a la historia de la Iglesia, no nos extrañe, es doloroso, es triste, pero pertenece al martirio: a la muerte injusta, por Cristo, va unida la difamación y la ignominia. Como dijo Juan Pablo II en la celebración de los mártires en el Coliseo, en el año 2000, que al martirio, va normalmente unida la ignominia.
Decir que a los que ahora beatifica la Iglesia eran de un bando político es desconocer la historia, no comprender el hecho religioso y no hacer justicia a los hechos. A los cristianos nos duele esta desfiguración de los hechos, pero no nos extraña, y en ese sentido, lo aceptamos con serenidad.
- ¿Cree que hace falta cierta pedagogía para que se cale en el sentido religioso del acto?
- Es lamentablemente inevitable que lleguen algunos mensajes que están dando una visión distorsionada de los hechos. Ya he dicho que nunca ha habido un martirio de la Iglesia reconocido por todos, tampoco lo pretendemos, lo deseamos, pero no pretendemos que todos reconozcan a los mártires como lo que son, lo deseamos, pero sabemos que es difícil, por no decir imposible.
De todas maneras se están haciendo todos los esfuerzos posibles para explicar la diferencia entre un mártir y una persona injustamente asesinada. Ha habido muchos asesinados durante el siglo XX en España, durante los años 30, antes, durante y después de la Guerra Civil.
La Conferencia Episcopal en «La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX», publicada en noviembre de 1999, lamenta que haya habido en el siglo XX, y concretamente en España en los años 30, tantos conciudadanos nuestros asesinados injustamente y ha declarado que la sangre de todos ellos sigue clamando al cielo por el perdón y por la reconciliación, para que no se empleen jamás métodos de violencia. Esta petición de perdón a Dios por todos los asesinatos, sean del bando que sea, está muy claramente expresada. Se pide perdón a Dios por todas las “acciones que el Evangelio reprueba”, cometidas en uno u otro de los bandos trazados por la guerra.
Aparte de tantas personas injustamente asesinadas, hay algunas que lo fueron de manera expresa y específicamente porque no quisieron renunciar a la fe y a la fidelidad a Jesucristo y a la Iglesia, y éstos son los mártires.
La Iglesia lamenta, los obispos han lamentado muchas veces todos los asesinados, pero no puede dejar de honrar a los mártires en cuanto mártires, en cuanto testigos de la fe. Y estos testigos de la fe no lo son porque hayan estado o no adscritos a un partido político o a un bando en lucha, sino simplemente han muerto por la fe, y serán reconocidos todos los que hayan muerto por la fe, sean del bando que sean.
- En España se ha oído decir que la Iglesia busca la división con esta beatificación…
- Decir que la Iglesia busca la división es de entrada difícilmente aceptable, porque la Iglesia no busca la división con nada, otra cosa es que determinadas acciones de la Iglesia causen división, pero la Iglesia no busca división con nada.
La Iglesia busca anunciar el Evangelio, y con la beatificación de los mártires busca reconocer un testimonio de cristianismo vivido de modo heroico, al cien por cien, y esa fe vivida es origen de humanidad, de reconciliación, de bondad, de perdón… y todo lo que no vaya en esta línea, no es lo que la Iglesia quiere. La Iglesia no quiere el enfrentamiento, no quiere la división, quiere la unidad, reza por la unidad, reza por la reconciliación, reza por el perdón, y propone testigos de ellos.
- ¿La Conferencia Episcopal podría en el futuro volver a impulsar una causa conjunta semejante a esta?
- Es lo que está previsto; están en marcha nuevas causas, y se tratará de coordinarlas para que pueda haber una nueva ceremonia de beatificación, no sabemos cuándo, cuando el Santo Padre lo estime oportuno. 
- ¿A qué tipo de martirio están llamados los fieles en este momento en España? 

El testimonio de la fe es siempre martirio; en el sentido etimológico de la palabra es vivir coherentemente la fe en todos los ámbitos de la vida (en la familia, en el trabajo, en la vida pública...) y cuando hay dificultades especiales para ello, el martirio es más exigente, el testimonio es más exigente.
En ese sentido, como dice San Pablo, la vida cristiana es una lucha continua, una milicia, y el testimonio de la fe no se realiza con posturas indolentes, acomodaticias, de indiferencia, de hedonismo, de relativismo... en este contexto, vivir la fe supone un esfuerzo moral y una integridad espiritual, que ciertamente esta beatificación va a ayudar a suscitar en muchos bautizados y comunidades cristianas. 
Fuente: Zenit

La mujer más culta de la Inglaterra del S. XVI
Margarita Moro Roper, primera mujer humanista inglesa e hija mayor de Tomás Moro, fue una figura de primera línea como intelectual, además de esposa y madre. Sin embargo, no es conocida.


La primogénita del santo patrón de los políticos era una mujer admirada por el mismo Erasmo de Róterdam, tal y como cuenta a Zenit Eugenio Olivares Merino, profesor de Literatura Inglesa Medieval y Renacentista en la Universidad de Jaén, autor de un perfil biográfico y epistolario de esta mujer, «Padre mío bueno», editado en España por Rialp (www.rialp.com).


Olivares, casado y padre de seis hijos, es miembro del consejo de administración de la Asociación Internacional de Amigos de Tomás Moro.



--¿Por qué no se conoce más a la primogénita de Tomás Moro?


--Olivares: Efectivamente, resulta curioso comprobar que la hija mayor de Tomás Moro no sea más conocida hoy en día. A mi juicio hay dos motivos. En primer lugar, son muy pocos los datos que sobre ella han llegado hasta nosotros. 



En todas las biografías sobre su padre, ella ocupa un lugar destacado, pero incluso en la primera de todas, escrita por el esposo de Margarita, no es mucho lo que se nos dice sobre ella. Por tanto, el investigador que encara la tarea de narrar su vida se encuentra con grandes lagunas, que difícilmente se pueden rellenar. 



En otro orden de cosas, la crítica feminista no ha reivindicado a Margarita (tanto como a otras mujeres del XVI menos valiosas desde un punto de vista intelectual) porque no encuentra en ella el perfil apropiado para proponerla como modelo de «protofeminista». Margarita era, como tantas otras mujeres de antes y de ahora, hija, esposa y madre. 



Esos papeles, que para ciertas tendencias del feminismo radical enmascaran la subordinación al hombre, daban sentido y plenitud a su vida. Eso es algo que para la ideología de género es imperdonable.





--Erasmo de Róterdam dijo de Margarita Moro Roper que era «el orgullo de Inglaterra». Viniendo del padre del humanismo no es un piropo banal... 



--Olivares: Estoy totalmente de acuerdo. Erasmo era una persona difícil, con un carácter un tanto taciturno y para nada dado al elogio gratuito. 



El hecho de que admirara al padre de Margarita no conlleva necesariamente que fuera a sentir por ella lo mismo. Erasmo, como el español Vives, veían en la familia del inglés un modelo de hogar cristiano, pero ambos sentían predilección especial por Meg (nombre con el que Tomás Moro llamaba cariñosamente a su hija, ndr.). 



¿El motivo? Entiendo que ella era la demostración más palpable de que las ideas de Moro sobre el derecho de la mujer a recibir una educación de altura -como los hombres- no eran algo descabellado. 



Eso es algo que Vives compartía con Moro desde el principio, pero que Erasmo tardó en aceptar. Magarita, sin duda, contribuyó a esto. Habría que mencionar también que Margarita tradujo al inglés la «Precatio Dominica» del de Róterdam. --¿Qué tenía esta mujer además de una fuerte piedad y gran dosis de sabiduría? 



--Olivares: Yo destacaría dos virtudes: su sentido común y su fortaleza. En esto, lo sé, ella es como tantas otras mujeres de entonces y de ahora. Como cuenta uno de los primeros biógrafos de Moro, por casa de Meg pasaron personas muy conocidas (cuyos nombres el autor no revela por pudor) a pedir el consejo de ésta. Cuando su padre fue ejecutado, no lo olvidemos, por la acusación de alta traición, ella vio como todo su mundo se desmoronaba, y no sólo por la muerte de su padre. Toda su familia fue investigada, su marido fue a prisión una temporada y muchos otros católicos próximos a la familia fueron también ejecutados. 



En medio de la tormenta, ella procuró que sus hijos e hijas recibieran una buena educación. Unos oficiales del rey fueron a su casa un día a husmear y la encontraron, como diríamos hoy, «haciendo los deberes» con sus hijos. 



Y luego está el episodio, no sé si cierto o no, de que se las ingenió para recuperar la cabeza de su padre cuando iba a ser arrojada a las aguas del Támesis. En cualquier caso, insisto, la fortaleza de Meg se mostró, sobre todo, en seguir con su vida día a día, en un mundo abiertamente hostil. 



--Tomás Moro es conocido por haber sido fiel a su conciencia y no a los dictámenes reales de su tiempo. ¿Margarita también era así? 



--Olivares: Esta pregunta es tan interesante como difícil de responder. Por una parte, he de decir que Margarita había recibido una formación doctrinal esmerada. 



Desde el principio, su padre diseñó el tipo de educación que recibieron Margarita, Isabel, Cecilia y Juan. Formó a sus hijos para la vida civil, familiar, pero al tiempo, para el cielo. 



A esto hay que añadir que Tomás, en conciencia, veía que no podía acatar -como usted dice- los dictámenes reales, al menos, del modo en el que estaban formulados. Pero gustosamente hubiera escapado del verdugo, si la formulación de los mismos no hubiera planteado problema alguno para su conciencia. No hay más que leer las cartas que mandó a su hija.  Respecto a ella, creo que también se mantuvo fiel a sus principios, tanto si acató los dictámenes reales (como ella parece sugerir en sus cartas a Moro) por no encontrar en ellos oposición alguna a su conciencia, como si lo hizo bajo alguna premisa particular (como sugiere su primo Guillermo Rastell) que hiciera el juramento compatible con sus principios. Más allá no puedo ir...



--¿Podemos situar a Margarita Moro Roper en la historia de las grandes mujeres cristianas, y si así es, por qué casi nadie la cita? 



--Olivares: Respecto a su primera pregunta, no me cabe la menor duda de que Margarita fue la mujer más culta de la Inglaterra del siglo XVI. 



Si ha de figurar en un elenco de grandes cristianas o no, prefiero dejarla al margen, pues a mí me interesa de ella, muy particularmente, su formación intelectual. Margarita Moro Roper fue una gran humanista y, además, cristiana. 



En relación a lo segundo que usted plantea, Margarita es conocida por todos los estudiosos de su padre. Los miembros de la «Asociación Internacional de Amigos de Tomas Moro» (Amici Thomae Mori), a la cual pertenezco, sentimos un gran cariño por ella. 



Para el público en general, la figura de Moro es tan imponente que parece ocultar a los que vivían con él. Para ciertos feminismos, como ya he apuntado, Meg no da la talla. Ojalá que mi libro sirviera para espolear el interés por esta gran mujer. 



Por Miriam Díez i Bosch

No hay comentarios:

Publicar un comentario