lunes, 12 de noviembre de 2012

Religiosidad con poca Iglesia

Se publicó en estos días una investigación sociológica que dice mucho sobre este cristianismo difundido y de formas múltiples que caracteriza "la excepción italiana", pero no sólo de eso.
La investigación tiene como sujeto a los peregrinos que se reúnen en uno de los santuarios más visitados en el mundo: la basílica de San Antonio de Padua.
A lo largo de un año son cerca de cuatro millones los visitantes de este santuario. Pero la investigación examinó una porción precisa.
Eran días fríos de invierno. Pero la fila de ingreso a la basílica era larguísima y el camino duraba horas. Concurrían personas en un número mayor respecto al de la anterior exposición del cuerpo del santo, en 1981. En ese momento habían sido 22 mil por día, ahora eran 33 mil por día.

El perfil socio-religioso de estos peregrinos revela rasgos sorprendentes
El primero de estos rasgos remite a la edad. Los que prevalecen no son los ancianos, sino la edad intermedia, entre los 45 y los 59 años de edad, el 36,6% del total. Pero sobre todo hubo fuerte presencia de personas de edad más baja, entre los 20 y los 44 años, lo cual constituye el 26,4%, y jóvenes, entre los 16 y los 29 años, el 14,1%.
Respecto a los católicos practicantes que en Italia van a Misa todos los domingos, de edad medio-alta y con dos mujeres de cada tres, los peregrinos de san Antonio aparecen entonces decididamente más jóvenes, y sin diferencias de relieve entre los sexos.
El segundo dato sorprendente es la instrucción. Los visitantes del santo resultan más instruidos, tanto respecto al promedio de la población italiana como, y en medida todavía más marcada, respecto a los practicantes regulares. Uno de cada cuatro se ha graduado, y cuatro de cada diez son diplomados. Además, casi todos están participando en una actividad laboral.
Tercer dato. Una gran parte de los peregrinos, casi la mitad, van a Misa en forma salteada: en Navidad, en Pascua y en otras raras ocasiones.
Pero al mismo tiempo -cuarto dato, el más impresionante- muestran que creen en las verdades centrales del cristianismo en medida mucho mayor a la de los practicantes regulares. El 83,4% creen en la resurrección de Jesús y de todos. Cuando, por el contrario, en la diócesis adyacente de Ravigo una encuesta análoga ha encontrado que creen en la resurrección sólo el 31,4% de la población, y sólo el 58,5% de los católicas que van a Misa todos los domingos.
Quinto dato de importancia, los peregrinos llegan a San Antonio no tanto para implorar una gracia o un milagro, sino simplemente para agradecer, o bien porque buscan en él una protección espiritual.
La investigación es más rica. Pero bastan estos cinco rasgos para configurar un perfil de peregrino que refleja una condición muy moderna del creer, la que salió a la luz en la obra capital del canadiense Charles Taylor "La edad secular".
En la condición del creyente en una sociedad en la que la fe en Dios es sólo una posibilidad entre otras, y en la que esa libertad de elección no disminuye la fragilidad y precariedad de lo humano.
"En una época en la que hay una creciente individualización del creer -comenta el profesor Alesandro Castegnaro, a cargo de la investigación-, no sorprende que se desarrolle una religiosidad que quizás no es sin Iglesia, pero ciertamente con poca Iglesia".
Es una religiosidad que se define como "popular", pero que no es un residuo del pasado. Tiene rasgos nuevos y modernos. Quizás poco elaborados pero simples y fuertes, como la fe en la resurrección y la búsqueda en el santo de un faro en el camino de la vida, más que de un taumaturgo.
Es una simple, configurada como un contacto directo con lo divino, con epicentro en los santuarios, en la que las instituciones territoriales de la Iglesia Católica, las diócesis y las parroquias, se relacionan con dificultad.