Los bárbaros eran pueblos rurales o nómades que carecían de literatura escrita y apenas conocían la organización política, más allá de la lealtad debida al jefe. De acuerdo con algunas teorías etimológicas , lo único que los romanos lograban entender de las diversas lenguas de estas tribus era "bar, bar, bar", de ahí el nombre de bárbaros.
Éstos eran pueblos guerreros que asombraban a los romanos por sus costumbres y conductas salvajes. En palabras de Christopher Dawson: "La Iglesia hubo de asumir la tarea de introducir la ley del Evangelio y la ética del Sermón de la Montaña entre gentes para quienes el homicidio era la más honrosa de las ocupaciones y la venganza era sinónimo de justicia".
Fue así como, llegado el ocaso de los merovingios, la Iglesia facilitó la transferencia pacífica del poder a los carolingios, con quienes trabajaría estrechamente en los años venideros a fin de restaurar los valores de la vida civilizada. Bajo la influencia de la Iglesia, este pueblo bárbaro se transformó en constructor en constructor de la civilización. Carlomagno (aproximadamente 768-814), acaso el más famoso de los francos, pasó a ser la encarnación de este ideal. Según explica el historiador Joshep Lynch: "La escritura, la copia de libros, el arte, las obras arquitectónicas y el pensamiento de los hombres educados en la catedral y en las escuelas monásticas propiciaron un importante cambio cualitativo y cuantitativo de la vida intelectual" (Josph H. Lynch, The Medieval Church: A Brief History, Longman, Londres, 1992, p. 89).
El resultado de este aliento de la educación y de las artes es lo que se conoce como el Renacimiento Carolingio, que abarcó desde el reino de Carlomagno hasta el de su hijo, Luis el Piadoso (aproximadamente 814-840). La correcta enseñanza de la gramática latina al pueblo germánico -una destreza difícil de adquirir en los inciertos siglos VI y VII- constituyó una de las piezas claves del Renacimiento Carolingio. El conocimiento del latín permitía el estudio tanto de los Padres de la Iglesia Latina como del mundo de la Antigüedad Clásica. A decir verdad, las copias más antiguas de la literatura romana que han llegado hasta nosotros datan del siglo IX, momentos en que los intelectuales carolingios las rescataron del olvido. "La gente no siempre es consciente -dice Kenneth Clark- de que actualmente sólo existen tres o cuatro manuscritos antiguos de autores latinos: todo nuestro conocimiento de la literatura antigua es debido a la labor de recopilación y transcripción iniciada durante el reinado de Carlomagno, y casi la totalidad de los textos clásicos que lograron sobrevivir hasta la actualidad" (Kenneth Clark, Civilisation, Alianza Editorial, Madrid 1919).
Al recordar, en este año, los 1200 años de la muerte de Carlomagno la Iglesia tiene hoy el mismo cometido evangelizador y también civilizador de una cultura en crisis económica, demográfica, antropológica, etc.
Recordar el pasado no es solamente una labor arqueológica, sino acudir a una fuente de experiencia para de esa forma sacar lecciones a fin de programar el futuro.
Por eso es muy útil deparar que el paganismo rechazó y persiguió a los cristianos y hoy vivimos una nueva expresión de un paganismo revivido desde el Renacimiento. Las leyes anti vida y anti familia han llevado a una confrontación entre el Evangelio y la cultura.
Históricamente tanto el judaísmo, que incomprendió a Cristo y a los cristianos, y el paganismo, que persiguió cruelmente a la Iglesia, no se dejaron tocar por la luz de Cristo. Pero la debilidad de sus estructuras y la crisis posterior facilitó el emerger de los pueblos bárbaros, y estos sí recibieron el Evangelio como vemos en Carlomagno. ¿Hoy los nuevos bárbaros recibirán el Evangelio bajo la propuesta de una nueva evangelización, o generarán un proceso de retroceso al irremediable salvajismo? La historia lo dirá, y siempre esta estará supeditado a la acción de los cristiano.